miércoles, 26 de agosto de 2009

Escara-abajos

Sola la luz no muere. Por eso voy
cogiéndome los meteoritos de entre
tanto palabrerío para creer que la muerte
es otro estado transitorio de amor.
Tengo miedo de no ser el que, hambriento,
se mida los fracasos con la mitad de frío
y quede mi fotografía invisible o poco
disponible para un análisis en sociedad.
Con las guitarras en penitencia,
otra soleá se arranca por desprecio
y mi voz se amarillea en estado ebrio
cuando todas las piernas han dejado
de temblar. Me miro -que no me sé-
con tus labios a un palmo de mi hombría
y dejo para tu gusto el último miembro
de esta estúpida cadena de escara-abajos.

lunes, 10 de agosto de 2009

Básteme

Básteme con un pulgar para decirnos
los secretos que no nos pertenecen,
quedarían, entonces, las arañas para
tomar el café de las seis debajo de tu
cuerpo de fiebre. Iluminado como sombra
en vigilia, habríamos de tener también
una consagración de nuestras hostias
por encima de la mera posibilidad
de adorarnos las mejillas. Yo no tendría
el punto exacto del melodrama
ni sería tan raticida con tus ojos.
Quevedo no es una forma de preguntarte
qué ves con un exquisito gusto
a lo bohème. Podríamos decir
que tampoco soy yo la valencia cero
de esta tabla de indecisiones.

jueves, 6 de agosto de 2009

Marineros de espuma por las ojeras

Si bailaran las limas en el limo
serían los llantos de los muertos
también de otra vida. Y nosotros viajaríamos
con el equipaje en las pestañas
deshaciéndonos en aguamar salada.
Desde que no estás, las tardes desvaídas
se han dejado las chalinas en otra parte
y los ojos ya no miran por la puerta
trasera. Se han partido las venas en mi boca
para no hablar de tu distancia
-marineros de espuma por las ojeras-.
¿Qué soy que no tengo el hambre
ni la sed ni la espera ni la sombra?
Si los brazos aún me quedaran o una simple
perra con la que saciarme a ladrar,
haría con tu nombre las uvas de mis
pensamientos y no serían tan chicos
los días que me quedan por destruir.