La delgada rosa de tus labios
no supo aún que hay manos de arcilla.
Con evitar la destrucción no evitabas
la sombra que regaban mis deseos
emergida desde la raíz oscura
que asola razón y muerte.
Yo te pedía más de mí
ensuciando el sonido
de todo cuanto no era,
repartiendo a manos llenas
la cal que dejó tu mentira.
Romper el agua es nada
si no tienes peces
a quien dar libertad.
martes, 25 de junio de 2013
jueves, 20 de junio de 2013
No escribo para cambiar el mundo...
No escribo
para cambiar el mundo
porque, tal
vez, el mundo no quiere cambiar.
Nos duermen
con las nanas envenenadas
que alguna
mano zarandea de vez
sin cuando
para tapar
el terror, la miseria,
la
corrupción y la indigencia.
Y a cambio
devolvemos al espejo
la sombra
que más nos aclama,
la verdad
que más nos duele,
la mentira
que más nos satisface.
Hartos de
parir ínfimas ideas
nos amagan
con destituir el suelo
que pisamos
y con la fiebre del perdón
justificamos
todo ideario de defensa.
Yo no tengo
las palabras mías
-que tan
sólo fueron vaguedades-
para dar la
primera hostia
a cuantos
creyentes de la vida
pusieron la tercera
piedra sobre el camino.
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