He encontrado naranjas debajo
de tus ojos. Si no me dolieran las cuencas
a cítrico pensaría que esto trata de una misa
a la que le faltan nervaduras que cantar.
Porque el destierro me ha venido de pronto
y las sábanas no están permitidas como
lámpara de wolframio. Tienes la raya
de lo invisilbe dibujada en los cinco dedos
y un esqueleto colgado del fémur o de otro
hueso que ahora no conozco.
Si es tarde, vendré a las doce y no a las tantas.
En punto, como los hijos que van muriéndose
en derredor de un brasero de tizne y hedor
y no auguran esperpentos ni creencias.
Pero se mueren a en punto y a punto.
Como nosotros también cuando olvidamos
que los sacerdotes han levantado sus túnicas
para el éxtasis del perdón y entre sus obleas
han derramado el flúor del arrepentimiento.
Iremos desfilando de uno de uno
porque el pasillo dícese diminutivo
para no emprender el viaje antes de lo previsto.
1 comentario:
desfilando de uno en uno, cabezas cortadas
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