No escribo
para cambiar el mundo
porque, tal
vez, el mundo no quiere cambiar.
Nos duermen
con las nanas envenenadas
que alguna
mano zarandea de vez
sin cuando
para tapar
el terror, la miseria,
la
corrupción y la indigencia.
Y a cambio
devolvemos al espejo
la sombra
que más nos aclama,
la verdad
que más nos duele,
la mentira
que más nos satisface.
Hartos de
parir ínfimas ideas
nos amagan
con destituir el suelo
que pisamos
y con la fiebre del perdón
justificamos
todo ideario de defensa.
Yo no tengo
las palabras mías
-que tan
sólo fueron vaguedades-
para dar la
primera hostia
a cuantos
creyentes de la vida
pusieron la tercera
piedra sobre el camino.
4 comentarios:
No escribes para cambiar el mundo, pero, si sigues haciéndolo así, puedes cambiar el pequeño mundo de alguna persona que, como yo, en un momento dado, como éste, te lea.
No puedo decirte más salvo lo que ya sabes que siento por ti.
Montse.
Me emociona leerte, Montse. No hay nada más satisfactorio que provocar palabras y sentimientos como los que describes.
Mi más sincero agradecimiento por pasarte y por quedarte.
...y a mi, al leerte de nuevo, haces que tambalear mi isla...
y llego a casa y me encuentro esto, tras meses, y sonrío... y tú ya has cambiado mi mundo, desde que me topé con éste, tu patíbulo... (que bien tu vuelta, y... qué bien tú)
un abrazo
miguel
Aliento de mar son tus palabras, Miguel.
Un abrazo inabarcable.
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