Si bailaran las limas en el limo
serían los llantos de los muertos
también de otra vida. Y nosotros viajaríamos
con el equipaje en las pestañas
deshaciéndonos en aguamar salada.
Desde que no estás, las tardes desvaídas
se han dejado las chalinas en otra parte
y los ojos ya no miran por la puerta
trasera. Se han partido las venas en mi boca
para no hablar de tu distancia
-marineros de espuma por las ojeras-.
¿Qué soy que no tengo el hambre
ni la sed ni la espera ni la sombra?
Si los brazos aún me quedaran o una simple
perra con la que saciarme a ladrar,
haría con tu nombre las uvas de mis
pensamientos y no serían tan chicos
los días que me quedan por destruir.
1 comentario:
Gracias una vez más.
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