Que aún cuando tú quieras la corona,
se disfrace mi fantasma de bandoneón
y toque para nosotros el tango de la viudez.
Henchidos de golpe, idos a tomar viento
fresco, vengan de repente aquellas vértebras
por donde se asomaban los "quiero que sepas".
Pero es incierto que tú querías venir a por mí
y más incierto todavía que tú querías.
Ahora bien sabes por dónde vamos rondando
y de tanto rondar, dale que te dale, hay
puesto un evangelio encima de tu cadáver
que musita palabras en los olivares del dolor.
Si yo ni tan siquiera te conozco, si yo
ni tan siquiera sé por dónde has venido,
¿para qué vas a llevarte -errante
de sombra como un niño tierno subordinado
al temblor de unos brazos frescos
que sin puntos ni coma vienen cantando
rotos de pena a los viajeros que traen
cartas putrefactas en los barcos-
esta oscuridad que no es mía sino tuya?
Si aún pudiera verte con aquella ridícula
taza de té mirar por la ventana a la vieja
fofa del segundo tendiendo ropa,
no me importaría ser de nuevo fantasma
con licencia para espectrografiarme.
4 comentarios:
Que grande eres corazón mio!
los viejos desconocidos, que son los que suelen quedarse más tiempo.
Qué decirte en mi estado, del bucanero que viene cargado de piratas,
pues no tengo más pirata que mi alma,
más bucanero que vos, y una vela
que se apaga cuando quiere.
Qué lejos están los mayores conocidos,
cuando siempre pensamos que lo mejor
estará por conocer en algún mar.
No tengo mi pluma ligera esta noche,
perdona mis atropellos, pero una cosa para despedirme.
Deseo con mi alma cada murmullo nasal de tu espectograma,y cada formante de las vocales que un día, en forma de "o" me condujo hacia un balcón letrado de un edificio que huele aun, tras siglos, a tabaco "der weno".
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