Rúbricas han de salvarte la vida,
tejidas y arañadas bajo el lecho de sol
de la almohada. Llevarán mi nombre tus sesos
cuando precises comerte hasta la última migaja
de esto que nos ofrecemos. Amor al fin,
debe de ser, porque no conozco mayor acierto
que tu vientre moreno acariciándome la nuez
y la fuerza con que destrozas mis lágrimas
en un cerrar de ojos perpetuo.
La mañana cae siempre que tú no estás
y yo rompo las cruces y sacrifico mi aliento
para no tener nada mío y ser sólo tuyo.
A veces los relojes quedan horas chirriando
mientras el vecino de enfrente se entrega
al desamor con papeles de tinta roja
que han de lamer los gatos en un rincón.
La soledad tiene cara de omoplato.
3 comentarios:
no sé qué me pasa. no puedo leer.
"y yo rompo las cruces y sacrifico mi aliento
para no tener nada mío y ser sólo tuyo."
Contundente la soledad. Saludos :)
La soledad es la espalda de quien está de cuerpo presente y de alma ausente.
"La soledad tiene cara de omoplato"
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