viernes, 6 de mayo de 2016

Entramado

La aguja hundía sus tentáculos
bajo el nido de ranas que aguardan
turno de croa.
Al otro lado de la raya amarilla,
se besan reflexivas ramas
aguardando el calor de una mentira
que ventea el ojo donde va a pudrirse
sin el viento que azule los huesos
de esta mala suerte que es vagar.
A cambio de tanta estructura,
te agarras a mi sangre
-regaliz de luna-
y desvías al lirio de una luz pobre
que sobrevive palmo a palmo
henchida de calentura.
No sabes qué venganza,
qué clavel,
qué salpicadura
te espera más allá de mi carne.
Yo que siempre fui como la soga
que, aunque débil, sollama
la piel y la aborrece al instante.
Amar como un pretexto de bosquejo
es ir abriendo la cal de la distancia
para que a veces o entonces
digas que ya no me necesitas.