martes, 6 de abril de 2010

Títeres de luz

Los días de después hay miedo
y júbilo. Cantos largos y enteros han
de descomponerse en las bocas húmedas
de las viejas de rodete y abanico.
En la mesa se sirve la cal del muerto
y a las cinco en punto el paladar se
reviste de un humo silencioso y dañino.
Decóranse las caras con el pincel
de la desidia porque ya no son rostro
ni faz ni redención. Sólo ya viejas
y un sepulturero atractivo que las
seduce. Títeres de luz que decapita
y permite susurrar hartas de calor,
putrefactas de ser,
de estar,
de parecer
y de copular.

2 comentarios:

Ser paciente tiene su precio... dijo...

Quizás me haya identificado más que nunca con esta entrada tuya, porque si es cierto que los títeres siempre serán cortados por la cabeza para que su luz no sea visible, pero a mí, títere hecho hombre, no le han cortado la cabeza, sino que me han echo crecer y tocar el cielo con los dedos.

Gracias por tus títeres de luz. Que seas ejemplo para los pinochos del subsuelo, es decir, de los de debajo de mis plantas de los pies.

Sergio dijo...

nadie nos lee.

la verificación de palabra me pide que, tras decirte esto, escriba la palabra "small".

quiero reír.