jueves, 12 de febrero de 2009

Lo invisible nos come los huesos

Es cierto lo que dices,
que la rareza de lo invisible nos come
los huesos. Sos.
Esto tiene que acabarse, este trasnochar
con los omoplatos tatuados de acelgas,
sin contarnos qué nos hace felices.
Yo no quiero que sigas siendo la princesita
de esta terrible hazaña a la que llamas
y llamo locura. Tú te mereces una boca
menos desencajada, una rata henchida
a lingotazos. Y no sé ponerte el sexo
en las manos.
Quizá sea más perverso buscarte
y menos cierto saber que nos estamos
necesitando.
(Foto: Álvaro B. Modelo: María Regueira)

2 comentarios:

Rafa Álvarez dijo...

La rareza de lo invisible... De lo absurdo, de lo ilógico, de aquello que no tiene razón de ser y que sin embargo nos mueve más que cualquier empujón o cualquier fuerza física... Y sin embargo, sigue siendo invisible... Y nos come los huesos, nos desgasta, nos irrita, nos lleva de un lado a otro... En fin... Cuantas cosas invisibles me gustaría a mí llenar de pintura para que se vieran... A ver si hablamos. Besos fuertesss

Sergio dijo...

he pasado varios días por aquí, en el silencio. siempre me paro en este texto porque es un espejo límpido de una de mis impotencias.

sí, sigo siguiéndote.