viernes, 23 de julio de 2010

Máscara

Si de nuevo volvieras, yo podría besarte
los nísperos -patio mío de patinete
y cantillo-. Tendríamos los mofletes
tiznados de tanta hambre y la sed
más fría que de costumbre. Porque
de costumbre también viven los árboles
y los columpios que penden de un hilo
y dos ramas. Yo entonces no hubiera
tenido la frente abierta ni los ojos "pupilantes"
al acecho de mi hipo, mi coco, mi nana.
Recortaría las horas con el sudor
de mi frente y mis planetas recorrerían
las manos en busca de pan y chocolate.
Si tú fueras señora de embozo,
y con la capa me deshojaras el limbo,
vendría besado y mimado con el pulso
de la palabra: máscara-mascará.

1 comentario:

Ser paciente tiene su precio... dijo...

Sed y ansias de tiempo atrás, pasar por la vera de la paciencia y lo infinito, sacudir los aljófares de las muñecas de una chiquilla y pilla, bailar una nana a escondidas en el rincón de mi escalera.

Sembrar un canario en el arriate del limonero, que da sombra y frescura al tiempo, tiempo, destiempo, pasado tiempo de juegos abaratados hoy, con sangre de Machuca y saliva de un dócil perro en la calor agostera.

Sueños de sudor empapados en los que correr la brisa sería lo más valiente sentido, cuando infantes perdemos la noción de lo que hoy queremos atrapar: el tiempo, la razón, lo bueno, lo malo.